Las piedras y la madera resaltan en la casona Villa de Tacunga

El espacio destinado para el restaurante se encuentra en el patio principal de la casona. En el ingreso de la Villa de Tacunga se ubicó un espacio para la lectura y el relajamiento. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

El espacio destinado para el restaurante se encuentra en el patio principal de la casona. En el ingreso de la Villa de Tacunga se ubicó un espacio para la lectura y el relajamiento. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

La piedra pómez destaca en varios espacios del predio; las puertas originales fueron arregladas o reemplazadas. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO

La combinación de texturas y de accesorios en Villa de Tacunga generan un referente, en la decoración de los hoteles patrimoniales, en las provincias de la Sierra centro.

La patrimonial casona está construida con madera, piedras pómez y otros materiales provenientes de las canteras cercanas al volcán Cotopaxi. Los accesorios decorativos de alta gama se destacan en los rincones de las habitaciones, el restaurante, los salones de eventos y el hall.

Las mesas de centro, de comedor, repisas y estancias matizan con el piso de piedra de la vivienda, ubicada en el centro de Latacunga. Ahí entre las uniones de las piedras se colocaron nudos del ganado vacuno que son típicas en las haciendas andinas.

Doris Garzón, propietaria de Villa de Tacunga, explica que cada uno de los huesos de los semovientes ingresó en un proceso de restauración. A la par las paredes de piedra, los pilares de madera, el techo de teja y las grandes puertas fueron arregladas o reemplazadas en el 2006.

El espacio destinado para el restaurante se encuentra en el patio principal de la casona.

La empresaria asegura que las lámparas metálicas y las cortinas de color blanco fueron ubicadas en cada uno de los arcos de los pasillos e ingresos a las habitaciones de la villa como parte de la decoración.

El propósito fue ambientar los exteriores con colores claros. También se colocaron jarrones, floreros y cojines. Mientras que las mesas circulares con sillas, elaborados de madera con el cuero de los semovientes, complementan los espacios en el restaurante.

“La casa fue intervenida con un estilo moderno pero conservando la infraestructura patrimonial. Los conceptos de la decoración permiten que los visitantes extranjeros y nacionales se sientan como en su hogar”, indica Garzón.

En el ingreso de la Villa de Tacunga se ubicó un espacio para la lectura y el relajamiento.

La vivienda construida en 1840 era parte del complejo de casonas de los marqueses de Miraflores. A pocas cuadras de la residencia se ubicaron los conventos de las comunidades religiosas de los padres mercedarios, dominicos, franciscanos y diocesanos.

Una parte de la casona era destinada para la familia y otra para las caballerizas. En la estructura de 400 metros cuadrados hay un horno de leña y un oratorio para los visitantes. El turista Ángel Muñoz indica que villa de Tacunga es un espacio dispuesto para el relajamiento con sitio concebido para el confort de sus residentes.

“El edifico antiguo opaca la bulla que hay en la ciudad. El lugar es recomendable para los visitantes que vienen ascender el coloso o están de vacaciones por la ciudad”, indica Muñoz.

Otro de los espacios que fueron adaptados es la exposición permanente de máscaras del cantón Pujilí. Los artesanos elaboran el diablo huma, el oso, el lobo, los payasos y los demonios pintados con vistosos colores. Las máscaras talladas en madera se elaboran en pequeños talleres familiares que funcionan en este cantón de Cotopaxi.

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