El arquitecto José Antonio Rivas, en la sala de su departamento, ubicado en el edificio Argos, en Ponciano Alto. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
José Antonio Rivas experimenta el principio básico de aprovechamiento del espacio reducido. El arquitecto interiorista vive en un departamento de 89 m², ubicado en el tercer piso del edificio Argos, en Ponciano Alto.
En el sitio, cada detalle en los acabados y el diseño interior está pensado para que el departamento se vea mucho más grande de lo que realmente es.
Desde los colores hasta las texturas y las formas del mobiliario, los accesorios, complementos y acabados se implementaron para ganar amplitud, asegura el arquitecto.
Todo esto, bajo los preceptos de la línea minimalista: “Utilizar lo estrictamente necesario”, comenta.
El departamento de Rivas da la bienvenida con un área en el que se encuentran la cocina, en contacto abierto con el comedor y la sala.
Un matiz de grises y blancos, en el dormitorio máster.
Desde la entrada se notan espacios amplios. Las líneas del piso flotante están dispuestas para que la persona que ingresa las vea en posición vertical. “Esta es una manera de hacer que el cerebro perciba el espacio mucho más grande”.
Además, el color claro de este material es otra variante para lograr este objetivo.
Las tonalidades claras no solamente se pensaron en el piso y las paredes. También los muebles son de cuero blanco, con líneas rectas y sin detalles, para mantener el estilo.
Este material es uno de los favoritos de Rivas para su mobiliario. Considera que es resistente y limpio, además de que con el tiempo adquiere un envejecimiento natural. De ahí que las sillas del comedor también sean de cuero.
En esta zona, el interiorista implementó matices de color, que le permitan no salir de los bordes del minimalismo. El negro del cuero de las sillas, conjuga en armonía con la estructura metálica de las mismas y con el vidrio de la mesa.
En el comedor predomina el uso de cuero y vidrio.
Con estos detalles, el departamento mantiene la estabilidad visual. Esto, debido a que prevalecen los tonos claros. Así se crean los contrastes necesarios, que le otorgan calma a él y a sus visitantes.
Los tonos intermedios en intensidad están en las puertas que dividen los espacios, así como en las de los muebles altos y bajos de la cocina y en los clósets. Esos detalles también constituyen un aporte en la armonía de color, dice Rivas.
Textiles blancos y negros, espejos, fotografías en blanco y negro y vegetación al interior son otras estrategias del profesional para mantener el estilo y aprovechar el espacio.
El elemento fundamental en el estilo de esta vivienda es la iluminación. Funcional y decorativa, como en la composición de cualquier casa, Rivas pensó tanto en la natural, como en la de los techos, y en la decorativa, de las lámparas.
Un toque de color revive el dormitorio de visitas.
Para su vivienda eligió amplios ventanales para que ingrese luz natural. En los techos decidió implementar luz blanca, con la intención de que los espacios parezcan grandes. Y la comodidad y tranquilidad necesarias para el diario vivir las consiguió con lámparas modernas de luz cálida.
Rivas se especializa en el diseño interior de edificios, departamentos, locales comerciales y oficinas. Todo con un estilo minimalista marcado.
Pese a su vasta experiencia, asegura que adecuar el espacio propio es mucho más complejo que hacerlo para sus clientes. Por esta razón, él considera que es importante dejarse asesorar por colegas.
En su caso, la diseñadora Nadia Heredia fue quien eligió los muebles ideales para componer el departamento de Rivas.
Para el arquitecto, en la casa hay que generar vitalidad. Él, por ejemplo, opta por conservar cuadros en el piso. “El perfeccionismo hace parecer que en determinado sitio no vive nadie y un hogar siempre está habitado por alguien”.