Uno de los socios en la tarea de armar uno de los postes de luz de 6 metros con pedazos de tubos de PVC reciclados. Fotos: Víctor Vizuete / EL COMERCIO
Están fuera del famoso cerramiento verde que limita Hábitat III del resto de la urbe. Se ubican en un descampado del parque de El Ejido cercano a las barandas de la también famosa y ya odiosa zona azul (por donde ingresan los visitantes, invitados y comunicadores que hicieron varias horas de ‘cola’ para acreditarse para el evento y hacen otras filas parecidas para asistir a los diversos actos).
Tienen una audiencia casi tan grande como las de las conferencias. Con una salvedad: su público fluye interminable desde las 09:00 hasta las 19:00, hora en que todos –nacionales y extranjeros- guardan sus cámaras, grabadoras y smart phones y alistan sus mejores galas, muestran sus sonrisas más estereotipadas y preparan sus bocas y gargantas para degustar de la inmensa oferta gastronómica que ofrece la capital con motivo de la conferencia mundial ecológica y sustentable.
Son los miembros de Ligth Liter (Litro de luz), una multinacional con sentido social que trabaja en diversos países con el objetivo primordial de mejorar el hábitat de la gente que habita en las zonas más deprimidas de las ciudades.
Están, además de varios voluntarios ecuatorianos reclutados en las empresas que colaboraron con diversos materiales (Conduit, por ejemplo), Sergio Espinosa, de Colombia; Víctor Belota, de Brasil; Ildac Ancelotti, de Italia; y Camilo Herrera, de Ecuador.
Ellos muestran a los sorprendidos asistentes una nueva, fácil y económica manera de iluminar espacios públicos y, asimismo, de alumbrar los senderos por donde las personas caminan (especialmente en las zonas rurales donde no haya iluminación pública).
La parte final de la lámpara de iluminación del poste. Se observa la batería negra debajo del panel solar y la botella de PET que cubre el foco LED.
¿Cuál es esa manera? Pues utilizando pequeños paneles solares que transforman la luz del sol en energía eléctrica. Con una novedad más: el 90% de los elementos que utilizan son reciclados, hasta las baterías que recogen la energía solar.
Los postes para colgar las luminarias, por ejemplo, son de PVC y miden 6 metros. Se arman por partes, como si fueran legos. La pantalla de la luminaria es una simple y común botella PET de gaseosa de 3 litros. Esta cubre de las lluvias y polvos a los 9 focos LED que dan 10 voltios de energía total.
La batería es normal. Se recarga en siete horas y puede durar hasta tres días sin recargarse, explica Herrera, que es el embajador oficial de Light Liter.
Pero esta empresa tienen otra variación: lamparitas individuales que se pueden transportar adonde se necesiten y que están conformadas por el minipanel fotovoltaico, la batería, un recipiente que la protege y los diodos LED.
Como su objetivo es dar iluminación a las personas y comunidades que menos recursos tienen, Litro de Luz ofrece talleres comunitarios y trabaja en la implementación de los equipos con comunidades y colectivos que lo requieran.
El equipo necesario para la linterna de energía solar: el minipanel, la batería y el recipiente de contención y el foco LED.
Para eso, Litro de Luz realiza convenios y acuerdos con empresas privadas, instituciones públicas estatales y locales, asociaciones barriales; en fin, con quienes puedan apoyar con los recursos y materiales que se necesitan para poner a funcionar estos postes y las otras lámparas.
Más información se puede recabar en www.unlitrodeluzcolombia.org o gerencia@unlitrodeluzcolombia.org. También los encuentra en Facebook como Facebook.com/unlitrodeluzcol