Seis íconos de la cultura nacional en rompecabezas
Arnaldo Gálvez en la tarea de unir las piececitas de uno de los modelos
Arnaldo y Nelson Gálvez empezaron a ponerles pies a sus sueños hace una veintena de años. Comenzaron diseñando murales con motivos infantiles que eran bien recibidos en guarderías, jardines y hospitales.
Transmutar muros amorfos y sin brillo en coloridas extensiones del mundo Disney les dio de comer y estudiar por mucho tiempo.
A esa tarea se dedicaron en su taller Sin Fronteras, ubicado entre las calles Eduardo Marley y Heleodoro Ayala del barrio La Ferroviaria Alta, hasta que, de pronto, la tecnología irrumpió sin contemplaciones y casi les quitó su fuente de trabajo.
¿Los causantes de esa cuasi tragedia? Los vinilos o PVC decorativos. Estos se fabrican en todos los tamaños y formatos y tienen modelos y motivos casi infinitos, no solo los de Disney. Además, se colocan como si fueran calcomanías. Facilito.
“Entonces nos quedamos en la disyuntiva de cambiar de temática o de profesión”, cuenta Arnaldo, el hermano mayor.
Luego de un concienzudo estudio de mercado y de posibilidades, se decidieron por fabricar accesorios y figuras que reflejen la idiosincrasia de nuestro pueblo, sus inmuebles y algunos de sus íconos más representativos.
El estudio incluyó una investigación de campo rigurosa, que nos permitiera reflejar de manera fidedigna y real -a escala reducida- esos elementos de la identidad ecuatoriana que íbamos a escoger, afirma convencido Nelson, el menor de los artesanos.
A eso se sumó otra exigencia: que los objetos tenían que ser educativos y lúdicos.
Entonces se decidieron por dar vida -en pequeño- a seis referentes de la cultura nacional: la iglesia de El Belén de Quito; las fincas cacaoteras de la Costa; el simpático ¿automóvil?
Andino, un referente de los años 70 y 80; el Telégrafo 1, el avioncito en el que el piloto italiano Elia Liut hizo su histórico vuelo hace 95 años; el tren de Alfaro, que llegó a Quito el 17 de junio de 1908, y una casa campesina serrana (de Lloa). También, hacen trabajos publicitarios para marcas.
Para lograr un óptimo trabajo, los hermanos Gálvez adquirieron una cortadora láser, que diseña y corta a la perfección la infinidad de piecitas de rompecabezas que componen cada figura.
Los precios varían según el objeto y el tamaño. Una casita de Lloa vale USD 2; un tren, un avión o la iglesia de El Belén más grandes, 15.