El sitio tiene vegetación. Además del verde exterior se colocaron macetas para poblar la cubierta con plantas. Foto: Cortesía Felipe Escudero
Dirigir la mirada hacia los jardines y extenderla hacia la quebrada. Con esa imagen nació Salón en el Aire.
Este es el comedor de una fábrica de quesos que se caracteriza por su flexibilidad para transformarse en un espacio de reuniones y proyecciones.
La idea surgió de la necesidad de contar con espacios prioritarios flexibles para los trabajadores de la compañía.
Por ello se pidió al Estudio Felipe Escudero la elaboración de un master plan, en el que se encontró la falta de espacios de descanso debidamente estudiados en su arquitectura.
El propósito era crear un espacio que conecte el trabajo con la energía de la sima y con el tajo que abre el río Chiche, en medio de la cordillera.
El estudio de arquitectura encontró que un comedor podría ser ese vínculo entre la fábrica y la naturaleza.
Se trata de un espacio que conduce a los trabajadores hacia su descanso, durante el momento de la comida.
Las puertas corredizas de vidrio reflectivo permiten el ingreso de luz natural.
Además de una propuesta pensada en las necesidades de las personas que habitarían el espacio, en este proyecto destacan sus formas sencillas y la implementación de materiales que responden de manera efectiva a esas necesidades, sumado a que con esos se consigue estética visual.
Cuatro anillos de hierro se elevan encima de plintos de hormigón para erigir la estructura de la edificación de 70 metros cuadrados.
Esta cuenta con el área general de comedor, que se puede transformar. Además, hay una amplia cocina separada por un muro flotante. Todo está diseñado en una sola planta, omitiendo las divisiones.
En el interior, 10 metros de luces sin columnas iluminan la estructura.
El arquitecto Felipe Escudero comenta que el cliente pidió una vista agradable desde el sitio y un techo atractivo para apreciarlo desde las ventanas de las oficinas.
Por eso, sobre cada anillo se pensó en vegetación. Se colocaron macetas para poblar la cubierta con plantas, las mismas que más adelante darían sombra a un techo liviano de fibrocemento, que se encuentra recubierto estéticamente con paneles de cerámica.
Escudero explica que los soles ecuatoriales se caracterizan por su intensidad. Para proteger el espacio interior de sus rayos se utilizó vidrio reflectivo con paneles corredizos, que permiten la ventilación de todo el sitio.
La vista hacia el exterior y, por ende, la relación con la naturaleza es uno de los factores destacados en Salón al Aire. La luz natural ingresa a través de los amplios ventanales corredizos que dispone el comedor.
Por otro lado, la madera de pino se convirtió en parte de la piel exterior de la construcción, y, a través de un sellado con fuego, adquirió una tonalidad similar a la de la estructura de hierro. Este es un tratamiento que es visualmente atractivo y, además, minimiza el mantenimiento a realizarse con el paso del tiempo.
La vegetación permite a los trabajadores conectarse con la naturaleza.
Con la misma madera se trabajó en el interior, pero allí se la dejó al natural, indica el arquitecto creador de la obra.
El resultado en este caso fue un contraste con el exterior. Con ese efecto, la calidez recubre toda el área de la cocina.
Los paneles de acero suspendidos agregan la luz artificial al salón. Bañan al techo de luz indirecta para llenar el comedor de una suave claridad.
Para el estudio de arquitectura, todas estas características son indispensables para una convivencia armoniosa en las labores diarias.
La idea es que el trabajo se conjugue con la oportunidad de tener un momento de dispersión, en un espacio pensado para fines específicos y con calidez, gracias al uso de materiales nobles y a la adecuada distribución de espacios.