El Museo de la Llama es uno de los atractivos que ofrece Palacio Real. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Los techos de paja y las paredes de tapia, que son parte de la Asociación de Turismo Comunitario de Palacio Real, están entre los espacios promocionados a los turistas. La infraestructura cuenta con un restaurante de estilo andino, chozas para hospedaje, una plaza artesanal y un museo.
Esta comunidad indígena, situada en Calpi, a 30 minutos de Riobamba, en la provincia de Chimborazo, es uno de los destinos predilectos de los turistas extranjeros. Allí la convivencia con los integrantes de esta comunidad es parte de su proyecto de turismo comunitario, dirigido para extranjeros y nacionales.
Las chozas de alojamiento son uno de los espacios que más llaman la atención de los visitantes. Las paredes están hechas de bloques de tierra y cemento para mantener el calor, el techo es de madera y está recubierto de paja.
Esa técnica de construcción fusiona los conocimientos andinos y los materiales que se usan en la actualidad. “El propósito de las chozas es que los huéspedes puedan experimentar la cotidianidad de la gente. Así pueden descubrir cuán acogedor es dormir en una choza”, dice Pierrick van Dorpe, párroco de la comunidad y promotor del proyecto comunitario.
El centro de turismo está ubicado junto a la vía de ingreso a la comunidad. Los amplios jardines tienen espacio suficiente para las ceremonias andinas que se realizan cuatro veces al año.
La edificación donde funciona el Museo de la Llama combina formas de construir antiguas y modernas.
Una pequeña choza de tres metros cuadrados se adecuó para transformarse en el Museo de la Llama. Esa es la primera parada en el recorrido que se promociona a los turistas por USD 15. En este espacio se exponen antiguas artesanías hechas con fibras de lana de camélidos, también hay una muestra fotográfica sobre estos animales andinos.
“Las llamas y las alpacas son el eje temático de nuestro emprendimiento de turismo comunitario. Estos animales trajeron el progreso a Palacio Real y se criaban desde la época de nuestros antepasados”, cuenta Carmela Guamán, una de las socias de la agrupación. Junto al museo se construyó una edificación más moderna.
Allí funciona el restaurante de comidas típicas donde se pueden degustar platos andinos preparados con carne de llama. El sitio está decorado con tejidos andinos hechos en telar y pinturas sobre las fiestas populares de la comunidad.
Ahí también funciona un almacén de artesanías donde se venden todo tipo de prendas de vestir de lana de alpaca, tejidas a mano por las artesanas de la agrupación. Estas piezas se exhiben sobre estanterías elaboradas con madera y troncos secos de árboles.
“Las prendas en sí mismas forman parte de la decoración del almacén. Para mantener el estilo andino y contar a los turistas sobre nuestra cultura también exhibimos el atuendo tradicional de la cultura Puruhá. Para esto utilizamos un maniquí”, cuenta Guamán.
Adicionalmente, la comunidad tiene actividades paralelas para los turistas.
La paja y el adobe están presentes en las chozas que albergan a los turistas extranjeros y nacionales.