Con el barro reproduce las vivencias de los indígenas

El ceramista azuayo Néstor Pacheco, de 60 años, tiene su taller en la parroquia cuencana de Baños. Desde niño aprendió el oficio. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El ceramista azuayo Néstor Pacheco, de 60 años, tiene su taller en la parroquia cuencana de Baños. Desde niño aprendió el oficio. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El ceramista azuayo Néstor Pacheco, de 60 años, tiene su taller en la parroquia cuencana de Baños. Desde niño aprendió el oficio. Fotos: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

El alfarero cuencano Néstor Pacheco aprendió las técnicas ancestrales de este oficio de su abuelo y su padre. Pero dejó de elaborar piezas utilitarias como ollas y platos y optó por la línea decorativa.

Su motivación principal son las tradiciones, festividades y labores cotidianas de los pueblos aborígenes de los Andes. Por ello, sus principales creaciones son las figuras de indígenas (hombres y mujeres), pero con una particularidad: las manos son muy grandes.

Pacheco, de 60 años, explica que optó por cambiar las proporciones y su significado depende del género. En el caso de las mujeres representa su capacidad para proteger y amar.

Las manos grandes en los hombres representan la capacidad y fortaleza para trabajar, señala Pacheco, quien en 1978 aprendió sobre decoración, matricería, modelado y porcelana con una misión de expertos chinos que llegó al Ecuador.

Pacheco elabora figuras de músicos andinos y danzantes. Lucen sus tradicionales sombreros, ponchos y polleras o zamarros. Son decorados con instrumentos musicales como rondadores, flautas, tambores y guitarras, entre otros.

Las figuras representan a los cañaris, saraguros, otavalos, cayambes y otras etnias. También, tiene el cholo y la chola cuencanos y un diablo huma con dos caras (al frente y posterior) para observar todos los detalles de las celebraciones o rituales.

Entre sus obras hay máscaras de diablos, animales, el chuza longo y más personajes tradicionales. Además, animales como los colibríes. Las creaciones más económicas valen USD 7 y los murales con motivos indigenistas hasta USD 3 000. Las figuras de personas cuestan USD 200.

La gráfica muestra una de las tradicionales orquestas típicas del Azuay. Los músicos son de arcilla cocida y decorada por Pacheco. 

Aunque hay creaciones que evocan las labores diarias como los alfareros que transportan sus ollas, Pacheco siempre los representa con atuendos de fiesta. “Para mí no solo venden las ollas sino también asisten a una festividad en el mercado. Las personas están contentas cuando venden sus productos”. Por ello, emplea colores fuertes como el rojo para la decoración.

Todas las esculturas, agrega, son elaboradas a mano, por lo que los modelos se cambian continuamente. Este alfarero, que tiene su taller en la parroquia cuencana de Baños, se inspira en las personas que participan en las fiestas tradicionales que se realizan en su zona o del cantón Cañar. Suele tomar fotografías para captar sus movimientos y características de su vestimenta.

En su taller cuenta con un torno de alfarería para dar la forma básica a los objetos. Pacheco trabaja con arcilla que obtiene de una mina de la parroquia Baños y la mezcla con otras que llegan desde Azogues, Tarqui y Sinincay. Quiere lograr un material que cuente con cualidades como contracción, resistencia al fuego, plasticidad y que sea refractaria.

Sus creaciones son comercializadas en ferias artesanales que se realizan en Cuenca o a través de distribuidores que tiene en Quito, Guayaquil y Manta. Hasta febrero pasado sus obras se exhibieron en la Galería del Portal Artesanal de la Empresa Municipal de Desarrollo Económico de Cuenca. Este espacio sirve para mostrar obras pictóricas, cerámica, madera, vitro-fusión y más.

En abril próximo también expondrá 30 figuras de personajes de los bailes del Tucumán, Vaca Loca, Venado y Curiquinga, en la ciudad canadiense de Toronto. Participará con otros artesanos.

Suplementos digitales