Vista de general de la piscina de llamativos colores rosa, naranja y amarillo que flota sobre un canal en Brujas contrasta con el habitual cielo gris de la ciudad. Sara Ledo/ EFE
Quince instalaciones de prestigiosos artistas y arquitectos inundan la conocida como ‘Venecia del norte’ para reflexionar sobre lo flexible, fluida y resistente que puede ser una ciudad histórica como Brujas en un momento tan variable como el actual “en el que nada parece seguro”.
Con esa metáfora de ciudad líquida del filósofo Zygmunt Bauman se presenta esta segunda edición de la Trienal de Arte y Arquitectura de Brujas, que abrirá sus puertas desde este sábado hasta el próximo 16 de septiembre para que los visitantes se sientan “atraídos por el diálogo con los trabajos artísticos y por las preguntas de hoy en día sobre la posición de la sociedad”.
Sobre la historia que pretende contar la trienal, Till-Holger Borchert, uno de los comisarios de la exposición junto a Michel Dewilde, explicó que “Zygmunt Bauman y su distopía sobre la idea de una sociedad sin reglas y la destrucción de estructuras se convierte en una amenaza para el bienestar de la gente, lo cual en una ciudad medieval como esta es muy interesante”.
Entre los participantes, el estudio español SelgasCano, que pone la nota de color con una piscina, situada en uno de los canales, creada a partir de una estructura de madera amarilla sobre la que nace una especie de túnel plástico de color fluorescente -rosa o naranja, según la posición del sol- y que a muchos recordará, por la forma, a su famosa Serpentine Gallery de Londres (2015).
“Es un espacio pensado no solo para el baño, sino también para hacer una fiesta o un concierto, y como es una ciudad que llueve también era necesario una zona apartada para no mojarse y funciona muy bien porque al entrar tienes una sensación como de calidez, el plástico con el sol genera calor y te apetece más el baño”, explicó Lucía Cano, alma mater del estudio junto a José Selgas.
José Selgas y Lucía Cano, arquitectos españoles al frente del estudio SelgasCano, posan con el pabellón que diseñaron para la Trienal de Brujas. Sara Ledo/ EFE
Le sigue una pieza con forma de cuello de cisne del norteamericano John Powers que se inspiró en una leyenda sobre Pieter Lanchals, un consejero del archiduque Maximiliano de Austria que fue asesinado en el siglo XV durante un levantamiento civil relacionado con los privilegios de la ciudad.
Como recordatorio de lo sucedido entonces, la ciudad llegó al acuerdo de dejar vivir a 52 cisnes en los canales, y por eso Powers ha construido una escultura de 15 metros de altura con módulos apilados uno encima del otro.
Una isla flotante es la siguiente propuesta en el camino, obra del estudio coreano OBBA, y se trata de una plataforma de más de 100 metros cuadrados rodeada de unas redes elásticas, que antecede al pabellón Acheron I del belga Renato Nicolodi, una construcción con forma de puerta que sugiere la relación entre el pasado, el presente y el futuro.
En la entrada de Brujas, desde la estación de tren, está emplazada una reproducción de la famosa escuela flotante con la que el arquitecto nigeriano Kunlé Adeyemi (NLÉ) ganó el León de Plata de la Bienal de Venecia en el 2016, una estructura piramidal a la altura de un futuro líquido que puede adaptarse a las mareas y resistir inundaciones o tormentas.
Justo detrás, el arquitecto belga Peter Van Driessche, de Atelier4, propone un diseño modular en forma de torre compuesta por estructuras rectangulares que pretenden servir de oficinas, viviendas o lugares en los que alojarse y que supone una reminiscencia del metabolismo (movimiento arquitectónico de la posguerra japonesa).
En el centro de la ciudad, al lado de la plaza Burg, el artista polaco Jaroslaw-Kozakiewicz emplazó su obra, un puente -que no se puede atravesar- formado por una estructura en zig-zag en la que los vértices se juntan constantemente, una forma de simbolizar la unión entre ambos lados en forma de beso.
Y justo enfrente, mirando hacia la estatua del pintor Jan Van Eyck, se yergue la obra del StudioKCA que amenaza con convertirse en el icono de la Trienal, una ballena creada a partir de residuos de plástico recogidos de las playas de Hawai que pretende concienciar al espectador sobre “el problema universal de la contaminación” y la necesidad de la “acción individual”.
“Se trata de gente increíblemente comprometida (…) que sigue sus ideas y que intenta concienciar a otros sobre sus ideas políticas, bueno no políticas, sino lógicas”, explica comisario Till-Holger Borchert sobre el StudioKCA.
Por su parte, el también belga Wesley Meuris ideó un pabellón con paneles de madera y vidrio que gira en torno a cinco términos – Interacción sostenible, Entornos inmersivos, Atender las necesidades, Servicios innovadores o Prótesis de comunicación-, con la intención de ser un espacio de diálogo sobre arquitectura y que sirva también de lugar de descanso.
“El modernismo siempre ha sido parte de una utopía social (…) en el mundo posmodernista la gente se ha olvidado de que la arquitectura tiene el poder de cambiar la sociedad. Algo como la ciudad líquida de la trienal en Brujas es una pequeña contribución para recordar a la gente que hay más cosas aparte de los grandes edificios de la arquitectura, digamos ejecutiva, concluyó Borchert.