Mauricio Moreno en las gradas que conducen al estudio de su casa, ubicada en la Tola Chica, Tumbaco. Fotos: Julio Estrella / Construir.
Una de las últimas apuestas del arquitecto Mauricio Moreno es la introducción del metal en las viviendas. Su casa es un claro ejemplo de aprovechamiento de ese material y de sus bondades para la arquitectura contemporánea.
La estructura de metal se conjuga con un techo ligero, armado con cerchas de madera y metal. Moreno indica que una cubierta de ese tipo responde adecuadamente a las condiciones sísmicas del país.
Este arquitecto describe a la madera que luce en su vivienda como el material perfecto para sentir la calidez necesaria, pues además se complementa con la vista que la casa tiene desde todas sus estancias hacia el paisaje natural que luce en el exterior.
“Lo que queríamos era capturar el paisaje. La casa tiene unos muros que salen y se proyectan. Al hacerlo, abrazan ciertas zonas exteriores, formando patios internos”.
Los muebles también fueron diseñados por el arquitecto.
La decoración, comenta, responde a las necesidades de la casa. Los muebles, en su mayoría, fueron diseñados por el arquitecto y los detalles decorativos son una clara muestra de su legado familiar artístico y de su gusto por la historia y la tradición.
Moreno cuenta que viene de una familia de escritores y pintores. El arte corre por sus venas. Las obras, todas originales, son regalos de varios de sus amigos y colegas.
Esos elementos que hacen parte de su casa dan como resultado un estilo sencillo y moderno, con algunos toques clásicos. Hay una silla vienesa que acompaña el mobiliario de la sala y otra checa, de más de 100 años, en el recibidor. Ambas se destacan como puntos focales del equipamiento.
Moreno considera que en la combinación de lo moderno con lo antiguo se logra un reconocimiento del pasado.
Asegura que se trata de un tema de sensibilidad, ya que a pesar de la idea contemporánea que sugiere la vida de hoy, una cosa que recuerda el pasado es un vínculo con la tradición.
El baño del dormitorio principal tiene salida a un jardín japonés.
“No hay que desconocer el pasado, hay cosas muy hermosas que hemos heredado y que con sensibilidad se lo incorpora a la arquitectura contemporánea”.
Entre las piezas de arte que hacen parte de la casa se observan cuadros y cerámicas de Jaime Andrade; grabados del padre de este artista, que tiene el mismo nombre; pinturas de Miguel Betancourt, Patricio Vélez y Sócrates Ulloa, entre otros de sus amigos artistas.
El trabajo de este arquitecto se caracteriza por incluir líneas sencillas y conceptos claros. Entre esos, siempre busca que en una vivienda se incorpore el patio interior.
En su casa, ese elemento vincula los espacios interiores con el exterior y divide la zona social de la privada, conformando y organizando los distintos ambientes.
La casa de 360 metros cuadrados cuenta con dos dormitorios. En uno de esos el baño tiene salida hacia un pequeño jardín japonés, que sugiere una estancia tranquila. La sala y el comedor están integrados en un amplio ambiente, con abundante luz natural que ingresa por las ventanas. Tienen vista hacia el exterior.
Todos los ambientes se integran con el exterior.
Al pasar hacia la moderna cocina se observa un comedor de diario y las gradas que conducen hacia el estudio, en la planta alta. Desde ahí se puede mirar el Ilaló, con un ambiente despejado. Abajo del estudio está la sala de TV, que podría funcionar también como un tercer dormitorio. Cada uno de esos lugares está iluminado con luz natural.
La luz complementaria no se observa en lámparas sobre el techo. Se implementó con luces dirigidas que destacan las obras de arte y que rebotan en la cubierta y las paredes, complementando la calidez de la arquitectura contemporánea.