El Yasuní es una gran extensión de tierra -9 820 km cuadrados- en la Amazonía ecuatoriana. La reserva, con millones de años de evolución, alberga 150 especies de anfibios, 121 de reptiles, 598 de aves, 204 de mamíferos y 3 100 en flora. Es uno de los pocos territorios vírgenes que han escapado de los delitos del hombre, siempre dispuesto a destruir el planeta, hasta el momento con éxito. Entre los depredadores más insignes se encuentran los EE.UU. y Rusia. Ellos tienen poco para destruir, e increíblemente exportan la devastación, luego de que sus empresas, en varios Estados, pagan a profesores para que instruyan a los niños que no hay sobrecalentamiento y que no pasa nada. La propuesta ‘chimba’ del Ecuador, de pedir compensación al mundo para dejar intacto el petróleo, no dio como es obvio el resultado falsamente esperado. El país se encuentra tan necesitado de plata, que tenía que perforar y fin de la película. Los gimoteos de la jefa de la delegación que pidió los aportes no se los cree nadie y de los 13 millones recogidos se gastó la mitad, valorando cada una de las tres lágrimas derramadas, es un estimado de 2,5 millones por unidad. Ahora se habla de una consulta popular casi imposible para detener el exterminio de las especies. El texto de la pregunta sugerida por los defensores del Yasuní es increíble y dice más o menos así: “¿Aprueba usted que se explote el petróleo en los campos ITT, en el bloque 43?”. ¿Sabe la gente que ITT significa Ishpingo, Tiputine y Tambococha?, La pregunta debe ser más explicativa para que el ciudadano entienda qué es lo que está perdiendo con la explotación y debe tener escrito con mayúsculas YASUNÍ.