Uno de los tesoros más grandes que tiene el hombre es la razón, J.J. Olmedo la llama “alma”; esta es la columna del desarrollo y la vida, por eso cuando hablamos de pueblos y de civilizaciones, tocamos necesaria mente ese numen creador de civilización y vida que se llama “Alma”. El alma va concomitante a la moral y aquí otra vez citemos al prócer “Moral, la sana moral consiste en amarse bien, en hacer a todos el bien y en no hacer a nadie mal” Quien hace males es un ser vencido, un ser en que el odio y la venganza cogió carne y no suelta, hasta verse en locura perdido. Pienso en el conde Hugolino en el séptimo círculo del odio que con tanta magistralidad nos mostró el Dante en su “Divina Comedia”. Pienso en el inspector Javert que asedia a Jean Valjean por toda una vida y solo encuentra paz a su persecución en el suicidio. Pienso en Hitler, en sus generales suicidas, que otrora fueron redentores del pueblo, locuras vivas. Porque meterse de redentores de un pueblo es una de los desafíos más grandes y para lograrlo hay que ser limpios, serviciales y dignos, donde el hombre después de sufrir sus agonías para lograrlo, velada de armas de los caballeros “noche oscura del alma” de los místicos sale redimido: Esto le debe haber pasado al político Mandela, posiblemente a Ghandi, para coaccionar libertad y servicio. Lo contrario a esto como dice Marco Antonio Rodríguez en teoría de los resentidos es “Aquellos que han envejecido en el odio lo saben, que hay que matar el amor enloqueciendo la vida” La locura es contraria a la razón. La ley “le persigue al hombre como la sombra al cuerpo”. Ese es su derecho. Violar la ley, engañar al pueblo es desde el comienzo fratricidio, mientras más pase el tiempo los libres se verán encendidos y los miserables caerán en sus sinos con una vida insufrible por haber sido fomentores de opresión y locura. En esta semana que en mi patria celebramos la Pasión del Señor, ahondemos en nuestros principios y convoquémonos a vivir comprometidos con una lucha honesta!