Estoy cansada de odios y los dimes y diretes de la política. Hay gente que se rompe el lomo trabajando y muchas veces haciendo las cosas que nadie quiere hacer. Por eso, creo que es tiempo de reconocer a quienes se mojan el poncho, literalmente, por la seguridad de los demás.
Una pésima costumbre es el de botar basura y desperdicios en los sumideros. Muchas veces lo hacen los mismos constructores.
El 18 de mayo, vi a varias personas sumergirse en las aguas negras, para evitar que se hundieran unas veinte personas que ya estaban paradas en los asientos de un bus. Estos buenos samaritanos cumplían con su obligación, lo que no les quita ni un palmo de mérito. Bomberos, policías metropolitanos y la gente de las alcantarillas trabajaron con aguas servidas hasta la cintura, para destapar un sumidero corchado por basura. Lo hicieron con entrega y por eso mi reconocimiento ciudadano es para ellos.