No pasó nada cuando el primo del Presidente y otros funcionarios fueron parte del millonario caso Cofiec. Tampoco cuando se denunciaron graves actos de corrupción como el ‘comecheques’, la ‘narcovalija’, los negocios del hermano del Presidente, las denuncias de intermediación petrolera, entre muchos otros. Ahora que el Gobierno envía a la Asamblea la Ley de Herencias, empieza la indignación en las calles. Despiertan los ciudadanos de la clase media, se reúnen los gremios empresariales, todos los sectores se unen y rechazan la iniciativa. Antes todos eran felices disfrutando el festín petrolero, no importaba qué hacía el gobierno mientras había ganancias, lindas carreteras y plata para gastar. Lo que vivimos ahora demuestra cuánto nos falta madurar como sociedad y cómo somos incapaces de ver más allá de nuestros intereses personales. Hace falta protestar ante lo que realmente debería indignarnos, ante la falta de ética de nuestros gobernantes en el ejercicio del poder.