El sábado por la noche de la semana pasada, llevamos a mi sobrino de nacionalidad norteamericana a la famosa calle La Ronda, luego de haberle ponderado sobre las maravillas de esta zona antigua de Quito.
Pero ¡oh sorpresa!, nos encontramos con un espectáculo sombrío y grotesco. Montones de arena y ripio regados en las calles aledañas a La Ronda, que impedían el tránsito normal de vehículos y peatones, vías llenas de baches para salir del sector convertidas en una encrucijada, falta de iluminación que hacían del sector un escenario propio de una película de terror, y por último el parqueo en las veredas disponibles en manos de inescrupulosos con cara de pocos amigos, que solicitaba 2 dólares por el servicio de cuidado de los vehículos.
Los cientos de turistas extranjeros que visitan este sitio tan atractivo de la ciudad, se llevan una fea impresión y trasmiten los aspectos negativos observados, convirtiéndose en una promoción que afecta severamente las intenciones de incrementar el flujo turístico receptivo hacia nuestra ciudad.
Señor Alcalde, ¿no sería mejor cerrar por un tiempo la visita a La Ronda y apresurar los trabajos, además de normar el cobro por el servicio de parqueo?