No cabe duda que el fútbol despierta pasiones, exaltaciones nacionalistas y sueños rezagados que los fanáticos y aficionados celebran con entusiasmo y optimismo, pero cuando los resultados no se dan como se esperaba hay conformismo, aceptación de la realidad y la esperanza de un futuro mejor. En el caso de la Tri en el Mundial de Brasil, el apoyo de los hinchas ha sido determinante, su actuación no ha colmado los deseos de los aficionados y no han pasado a octavos de final, como se esperaba. El equipo se desempeñó aceptablemente, hay jóvenes con buen futuro y otros que ya han cumplido su tarea y que deben dejar el espacio a los que ansían formar parte de la Selección, así mismo el DT y su cuerpo de asistentes han tenido la voluntad necesaria para preparar a sus pupilos y ponerles en forma técnica y física para sus enfrentamientos. No han tenido los resultados esperados y es desilusionante saber que no tuvieron éxito y que igualmente deben alejarse y permitir que otros técnicos tomen esta grave responsabilidad. Por otro lado, la dirigencia de la FEF, que lleva muchos años al frente y que ha cumplido de acuerdo con las circunstancias con su papel, debe comprender que los tiempos cambian y que su relevo es ineludible y necesario. Todo tiene su época.