Vivimos en un mundo globalizado; muchas cosas nos han afectado y afectarán; inclusive, eventos naturales como la erupción del Mama Tungurahua o la del Pinatubo, hace muchos años, en las lejanas Filipinas; hecho este último que causó un enfriamiento global estimado de 0,5 grados centígrados; o, el uso de carbón de piedra en los Estados Unidos para la generación de energía eléctrica son muestras de algo imprevisto o de algo que vivimos y no hacemos nada para cambiarlo.
Ahora se pone sobre el tapete la realidad que el mundo se sobrecalienta y ya se habla de proyectos de inyección de sulfatos en la atmósfera para contrarrestar el calentamiento a pesar de que esto deterioraría aún más la capa de ozono. Estudiosos opinan que si el mundo diese vuelta la página; y, desde mañana prescindiéramos de la emisión de gas carbónico, el efecto negativo actual demoraría en extinguirse cien años.
Y estas premisas ¿a qué nos llevan? Nuestro país con el liderazgo actual se preocupa de la inmediata promulgación de la ley sobre la comunicación; de guardar con celo la hegemonía en todo y sobre todo; en interrupciones de noticieros, por medio de cadenas de la Secretaria de Comunicación, de que no exista elección de reinas en establecimientos educativos; así, larga sería la lista de cosas y hechos intrascendentes; pero en el contexto globalizado, ¿cómo nos evalúan?
En la edición de MIT 2012, como ejemplo, en estudios publicados en marzo/abril del 2013, para medir innovaciones gravitantes a escala mundial, Paraguay ostenta un meritorio 6to. lugar; Eslovenia el 3er. lugar; y, por supuesto China lidera con más del 80%; y, nuestro país está en la zona del 0,7% en la escala mundial de innovaciones. Así nos consideran de “relevantes” en innovaciones a nivel de este mundo globalizado.