¿Una trampa?

Francisco Urbina Jado, apodado ‘El maldito de la época’, nació en septiembre de 1859 y en 1894 fue nombrado gerente del Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil, amo y señor de las finanzas y componendas ilícitas del país.

El método de don Pancho era sencillo: viajaba a Londres, imprimía billetes y los traía en cajones. Su secretario los organizaba como un abanico para que los firme, distribuya y nombre el Presidente de la República de su gusto y, por supuesto, a los diputados ‘electos’ en su oficina, convirtiendo al Estado en negocio de las élites oligárquicas.

El dinero sin respaldo incrementaba la inflación y anulaba el empleo, pero no los cuantiosos intereses del chulco. Nadie le pedía cuentas a don Pancho por temor al escándalo y todos eran deudores. Con la Revolución Juliana fue apresado y expulsado a Chile donde murió de infarto en 1926.

La historia se repite en el Ecuador y el llamado dinero electrónico, auspiciado y premiado por el Gobierno, no es otra cosa que los billetes impresos por ‘El Maldito’, esos que al menos abultaban los bolsillos y disimulaban la farsa. Mala idea de los revolucionarios al querer engatusar con imaginarios a los ecuatorianos que sobreviven gracias a los dólares reales.

La gente, con la ‘confianza’ que le merece el Gobierno, no caerá en la trampa a pesar de sus ridículos señuelos.  

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