Todo libros, esta es la imagen que guarda la memoria de Hernán Rodríguez Castelo, quien consagró su vida a la pasión lectora y a la producción literaria, fue todo libros: hagiógrafo, investigador, creador, semiótico, crítico, bibliotecario de su propia biblioteca especializada.
Mostraba profunda pasión e interés cuando al evidenciar esta, mostraba a sus amigos fichas producto de sus investigaciones, libros únicos entregados por los autores a su celo. Su formación jesuita le hizo parco, austero, no era un hombre de muchas palabras, ni brindaba su amistad a cualquiera.
El trabajo más brillante quizás fue sus comentarios en 100 tomos que dictó para la Biblioteca de Autores Ecuatorianos. Era un poderoso crítico e intelectual, que no logró ser reconocido en su país con el premio que lo otorgan a las personas que han ofrendado su vida a las letras, me refiero al premio “Eugenio Espejo”, cojeras del poder e ignorancia, esto lo llevó a tener sus resentimientos con cierta gente de izquierda, que dicho sea de paso Rodríguez Castelo jamás comulgó con las ideas de derecha.
Fue miembro de la Academia de la Lengua desde 1975, donde hizo contribuciones notables. Se ha ido Hernán Rodríguez Castelo, un verdadero patriarca de la Literatura Ecuatoriana. Fue llamado a la Academia de Historia por el entonces Presidente Manuel de Guzmán Polanco, la exaltación lo hizo Eduardo Muñoz Borrero, colaboró con el mismo fervor y denuedo que le impulsaba su pasión literaria, en realidad sus contribuciones quedarán para siempre con gratitud en los anales de los hombres cuyo destino ha sido ser consagrado a las letras. Paz en su tumba.