Cuando hace algunos meses se planteó la consulta sobre ciertos temas, como permitir o no las corridas de toros, muchos mostramos inconformidad de cómo se pretendía introducir prohibiciones a través de una consulta al pueblo. Lamentablemente, más que una intención sincera del Gobierno de prohibir la tortura de animales, el tema sirvió para distraer la consulta de los temas de fondo.
Hoy se ve en Quito, como la supuesta voluntad del pueblo se vería burlada con interpretaciones a lo que se consultó, pues se anuncia la fiesta taurina, la cual tendrá como única modificación la no muerte en el ruedo del toro. Los perdedores de todo esto son muchos. Los antitaurinos que no consiguieron su objetivo, perdiendo credibilidad, pues secundaron una propuesta que podía luego ser manoseada; los taurinos que tienen una ‘seudocorrida’; y, por supuesto, el pueblo: eterno rey de burlas.