Hace un año el Ecuador se vio sacudido por una tragedia telúrica que costó decenas de víctimas y millones de pérdidas en las provincias costeras de Manabí y Esmeraldas, principalmente. En ese momento todo, pero todos los ecuatorianos nos unimos más allá de diferencias políticas y millones de manos se juntaron para ayudar a nuestros hermanos en desgracias. Se hicieron grandes campañas de recolección de alimentos incluidos atunes, pero no solo atunes, medicamentos, ropa y dinero que brigadas ciudadanas entregamos directamente a los beneficiarios. Fue una extraordinaria muestra de un país unido ante la desgracia de otros ecuatorianos y más allá de las desavenencias con el poder, se cumplió el objetivo. Obvio que el gobierno se encargaría de la reconstrucción de las zonas afectadas y así lo habrá hecho. Me sentí orgulloso de ser ecuatoriano una vez más. Lamentablemente durante la última campaña y con el solo objeto de ganar votos el gobierno nos acusó de haber ido a tirarles a los manabitas una cuantas latas de atún, y alguna que otra tontería y allí ya me sentí muy mal porque no creía necesario valerse de esos deplorables recursos por unos puñados de votos.
Me decepcioné de quienes así actuaron con el presidente a la cabeza y lo más grave que lograran su cometido. Qué pena que el juego político no mida ninguna consecuencia o sentimiento. Hoy al cumplirse el primer aniversario de la tragedia reitero a todos los damnificados mis sentimientos de solidaridad como creo son los de todo el pueblo ecuatoriano y rezo por todos los que desaparecieron elevando mis oraciones por su eterno descanso. Paz en tantas tumbas abiertas por la tragedia.