Después del terremoto, continúan las lamentaciones de parte de la ciudadanía y las declaraciones de funcionarios del Gobierno de que este es un hecho de la naturaleza del cual no hay como responsabilizarle a nadie. A los primeros les duele la situación económica en la que han quedado, mientras que los colaboradores estatales siguen convencidos de que los reclamos son obra de la oposición política, porque -dicen- todo lo hecho, todas las decisiones tomadas, en casi una década, fueron correctas, inclusive el haberse gastado hasta el “último centavo”, porque el dinero que no se lo utiliza es el único improductivo. Hacer “reservas”, supuestamente, es malo.
Que positivo sería para el país que los gobernantes reconozcan con valentía, con honestidad, con sinceridad, que no todos fueron aciertos, porque es humano equivocarse.