Según los informes de prensa y como resultado del grave impacto causado por el terremoto, que ha afectado a tantas construcciones de nuestros queridos pueblos y ciudades costeñas, los honorables diputados han decidido discutir y programar una superintendencia territorial que lo controle todo lo que se construye en el Ecuador.
¿Para que los municipios y oficinas de revisión y control de planos en las diferentes ciudades? Es verdad que estos departamentos municipales, en todo el Ecuador, se han sentido desbordados por la corrupción; no hay peor ciego que el que no quiere ver. Pero el mal no puede corregirse con un súperpoder que todo lo controla, supuestamente, y, obviamente, aumentando la burocracia y los canales de corrupción.
Sr. Presidente, señores asambleístas, es hora de que hablemos y enfrentemos la verdad: en el Ecuador hay muy pocas institución sanas. Todas padecen de taras y afanes desviados de su real función, como consecuencia de un mal manejo del Estado por administraciones pasadas.
Lo que recomendamos es purificar las dependencias municipales; comenzar a resolver el problema por sus bases elementales. ¿Cuáles son? En primer lugar, los requerimientos de la población de ciudades, parroquias, pequeños poblados, en otras palabras: todos requerimos de un lugar donde vivir. Por tanto, lo que requerimos es elaborar un moderno reglamento que regule todos estos tipos de construcciones y especialmente eduque al ciudadano sobre lo que puede y debe hacer. Tenemos excelentes materiales para ser utilizados, en especial en los pueblos y recintos costeños, pero nadie nos ha enseñado cómo deben ser bien usados y que es lo inconveniente.
En lugar de superintendencias que se llenarán de burócratas, reglamentos y papeleos en su mayoría inútiles, ¿no será mejor conformar brigadas de catedráticos universitarios y estudiantes que, como parte de su formación profesional, tengan por obligación visitar los recintos, parroquias y ciudades e instruyan a los pobladores sobre lo que puede hacerse y lo que no debe hacerse? Los de vivienda sustentable y sostenible son programas de acción privada que sí han funcionado. ¿No será preferible reforzar dichos programas y resolver los problemas de vivienda de interés social de manera práctica?
Sr. Presidente, ordene a sus conmilitantes que, en lugar de perder el tiempo sin conocimiento de causa, estudien y comprendan cuál es la realidad de la construcción de viviendas en el país.