Estimados, honorables y respetables protagonistas y antagonistas de la escena pública del Ecuador: atrevidamente me dirijo a ustedes en nombre de los jóvenes de esta Patria altiva y soberana, llena de gente amable e inteligente, unida en la diversidad cultural y forjada en bases ideológicas diferentes a través de los siglos, para demandar que cese la violencia de todo tipo.
Por favor, comprendan que su lid de dicterios en desarrollo –desde grafitis en paredes, hasta redes sociales; desde medios ‘públicos’, hasta medios ‘independientes’; y, para colmo, desde representantes electos hasta los pseudo representantes populares– no hace más que hundir lentamente la daga roñosa del odio en el pecho del pueblo de la República del Sagrado Corazón.
En nombre de Dios, la Patria y la Libertad, ¡no más violencia!