Inconscientemente celebramos estas fiestas, nos metemos en la vorágine de las compras para cumplir con los compromisos familiares, empresas, amigos, etc., rezamos novenas, cantamos, hacemos exposiciones para mirar la grandeza de los artistas.
En el fondo, ¿qué es un nacimiento, qué es parir? Si estamos en este planeta, algo más grande que la materialidad existe. Como autómatas repetimos: paz, respeto, entrega, amor y el fondo del ser vació.
Solo un día o más duran las intenciones, por decreto estos días son de paz. Mientras se- guimos juzgando, culpando, buscando responsables, egos de todo tamaño, color y sabor se vislumbran, mientras más grande es la entrega, mayor reconocimiento encontramos.
Meditemos, somos seres únicos en una experiencia maravillosa de vida, buscando ser mejores seres humanos planetarios, buscando un mundo mejor donde exista la equidad en todos sus planos, no solo para una cuidad, pueblo, país, para un encuentro y respeto de lo que significa ser hombre universal.
Dejémonos de actitudes adolescentes, como su término lo indica adolecer de sabiduría para enfrentar dificultades, errores y responsabilizar a otros de fallas personales.
Busquemos la maestría en nuestras acciones, limpiemos culpas del pasado, que en el fondo son experiencias difíciles de asumir, perdonémonos por errores cometidos, empecemos a limpiar el corazón herido de manifestaciones erróneas del pecado o karma.
Crezcamos todos los días con fe de un presente eterno de amor y paz y que no sea solo los días de diciembre los responsables del amor.