La vida de nuestros niños está en peligro. Los pedófilos atacan inmisericordes las frágiles e inocentes defensas del corazón infantil. Los asesinos no retroceden ni temen disparar contra tiernos párvulos. La guerra y el hambre diezman buena parte de la población joven de nuestro planeta.
Engordamos a los pequeños con comida chatarra y les hacemos mirar, sin control alguno, muchas horas de programas televisivos violentos, vacíos y aberrantes.
A los adolescentes les repartimos gratuitamente preservativos en los centros sanitarios, para que den rienda suelta a inicuos pensamientos y los conviertan en viles actos.
Y, lo peor de todo, dentro del hogar, les damos malos ejemplos con nuestras propias acciones.
Me pregunto: ¿hacia dónde estamos llevando a nuestros hijos?