Nunca soñé, ni en mis peores pesadillas, que me iban a arrebatar una de las partes más significativas y ricas de mi infancia, de mi adolescencia y de mi edad adulta: las corridas de toros; éstas siempre fueron para mí una pieza clave de mi memoria y de mi vivencia. Definitivamente nos aproximamos a gran velocidad hacia una “tierra de nadie”. La falta de identificación cultural y el desdibujo de la cultura local se acendran cada vez más.
Quito fue fundado alrededor de una plaza de toros, me crié en una plaza de toros, me enamoré en una plaza de toros. Habrá que desplazarse a otras tierras para huir del nintendo, reggaetón y tecnocumbia…