Lo peor que le puede pasar al género humano es perder la memoria histórica; o peor aún, creer que alguien más “le dará haciendo” su tarea; y poder así pasar a la comodidad de espectador; pero el paso del tiempo nos regala de vez en cuando, hombres, mujeres o instituciones que han sido referentes de lucha honesta y frontalidad; así, un 12 de mayo de 1833 circula el primer número del periódico ‘El Quiteño Libre’, semanario impreso en la gloriosa Universidad Central, cuyos objetivos se sintetizaron en: “La defensa de las leyes y libertades”, “denuncia de toda clase de arbitrariedades, dilapidación y pillaje de la hacienda pública”, “defender a los oprimidos y atacar a los opresores”.
Pedro Moncayo, Francisco Hall, Barrera, Sáenz, entre otros, formaron parte de esta sociedad, decidida a enfrentar a un Juan José Flores, extasiado precisamente en el pillaje de los fondos estatales. Flores, hábil estratega, trató de halagar y comprar a los redactores del periódico, como se había hecho con otros medios, pero al ser una tarea infructuosa, emprendió contra El Quiteño Libre’ valiéndose de periódicos creados por él como: ‘Gaceta del Ecuador’, ‘El amigo del Orden”, “El Investigador”, “El Ciudadano” (¡ah no!, perdón el lapsus, éste no). Incluso en una edición de El Investigador acusaba a los redactores del periódico opositor de “poner en estado de inquietud a la patria”; y, siendo así, “no le queda al Ejecutivo otro recurso que proceder, por su propia conciencia” en contra de todos aquellos que “vejan e injurian al gobierno”. Pero no hay nada que quede oculto a la verdad y, cuando esta cerraba el paso a los corruptos, una tropa lanceó a los opositores cerca de la Catedral. El cuerpo de Francisco Hall apareció colgado de un poste en San Francisco. Flores no lo presenció, no fue testigo, pero fue el cerebro de estas matanzas; tiempo después, la joven República presenciaba el resultado del poder absoluto, la Constitución llamada Carta de la Esclavitud, que intentó eternizar a Flores en el poder, pero eso… es otra historia.