Estoy seguro que a todos nosotros nos ha tocado alguna vez oír esta frase lapidaria, luego de estar en una larga cola de espera en cualquier institución pública o privada. Y la frustración es aún mayor cuando, como fatídica e inapelable sentencia, escuchamos al funcionario decir: “Espere nomás o regrese mañana”.
La tecnología actual ha alcanzado vetas casi de perfección, inconcebibles en épocas pasadas. Imaginémonos lo que sucedería si en un aeropuerto moderno te dijeran lo mismo en el ‘counter’ de chequeo antes de abordar un vuelo. Sería el caos total. Y allí se mueven cada día millones de datos, pasajeros, conexiones, mercaderías, etc. y las fallas, si existen, son la excepción.
No es la tecnología la que falla. Son los equipos obsoletos y sus operadores los que colapsan. Los recursos existen solo que se usan para los latisueldos de tanto burócrata. En fin de cuentas, el ciudadano-contribuyente aguanta todo.