El pasado 28 de mayo, cuando ya había asumido la Presidencia Constitucional de la República el Lcdo. Lenín Moreno Garcés, y ya sin temores fundados, me permití remitir una carta en cuyo contenido hice referencia a las similitudes que existían entre ciertos pasajes de la novela “Rebelión en la granja” (George Orwell) y lo que había sucedido en los diez años del gobierno que concluyó el 24 de mayo de este año.
Finalizaba mi carta expresando mis deseos para que en el nuevo régimen, no reaparecieran similitudes encontradas en la novela y las situaciones más risibles, deplorables, y chocantes que habían coincidido en el correato.Realmente es gratificante, constatar que durante estos 120 días y algo más del nuevo gobierno, algunas cosas, aunque no todas, han experimentado un notable cambio. Empezando por la supresión de las ominosas chacotas del sábado y su despliegue de parafernalia vendedora de humo y fantasías, y delirios mesiánicos, sazonados con las cantaletas seudo revolucionarias, los molestos himnos, muletillas y consignas ideológicas que concluían con la trillada frase “hasta la victoria siempre”, hasta llegar a las puertas de lo impensable hasta hace algunos meses, la realización de una cada vez más cercana y ansiada consulta popular.
Pero lo más satisfactorio y grato, es constatar que nuestro Presidente es totalmente distinto a su antecesor. A simple vista y por sus actitudes y aptitudes, demuestra ser una persona sin poses ni artificios; no demuestra haber sido víctima de traumas o resentimientos sociales que hayan marcado su vida, a pesar que en carne propia sufrió el ataque de la delincuencia que afectó para siempre su salud, pero no por ello destila amargura.
Cuantas cosas que no se repiten de “Rebelión en la granja”. Ya no existe el culto a la personalidad; no se manipula ni distorsiona la información para crear y sustentar falsedades; nada de groserías supuestamente soberanas y antiimperialistas; nada de crear imaginarias conspiraciones internas o externas; no se busca buscar ni señala culpables para justificar los desaciertos; sin persecuciones ni intimidaciones contra quienes disienten; sin burlas ni mofas grotescas contra quienes no piensan igual; y, sin esa sardónica sonrisa, exteriorización de un contrahecho espíritu.
En verdad, qué grato fue ver y escuchar la intervención de nuestro Presidente la semana pasada durante la Asamblea General de la ONU. Cuántas cosas han cambiado ya, repito no todas pero por algo se comienza. Si continúa así, el pueblo lo respaldará abrumadoramente y hará realmente historia y no mito.