¡La silla vacía!

Según la revolución, el Alcalde mantiene la silla vacía porque en ella se sientan el mandato y aspiraciones de los quiteños. Lindo concepto que “en la práctica queda en nada”. El interés partidista y particular se impone y lo abarcan y centralizan todo. “Al alcalde Barrera le quedó grande el puesto y ciertamente, la silla está vacía de liderazgo y gestión en bien de Quito.” La ciudad es un caos, parchada, más peligrosa que nunca (lacra de los regímenes totalitarios), y esquilman a los quiteños con tasas, multas  e impuestos por todo. De entrada nos dio una Navidad... sin pesebre de El Panecillo; un Centro Histórico... sin importancia, descuidado y con prostitución; Pico y placa... sin resultados positivos; zona de diversión de La Mariscal... sin control de negocios al margen de la ley, sector peligroso para propios y extraños; transporte público... sin control de velocidad y mantenimiento que negrean nuestros pulmones; peatones y ciclistas... sin protección; inauguró aeropuerto... sin vías y puentes para poder llegar;  parque... sin árboles y lleno de cemento pistero; tendremos estación del metro... sin metro; policías de tránsito... sin ser idóneos, lo son para controlar la urbe,  etc. ¡Es el Alcalde que no tenemos... del Quito que no queremos! ¿Será, porque es la ciudad grande de un insignificante país revolucionado?

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