General Paco, gracias a usted, su trabajo y empeño, los quiteños y el mundo entero vimos que Quito tenía un hermoso Centro Histórico, sin esos negocios que funcionaban en forma desordenada e inhumana y que, además, cubrían todas las fachadas de las bellas casas e iglesias, dueñas de una arquitectura que evidencia un intercambio de culturas, distintivo de una ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Quito, en ese entonces, recobró parte de su identidad y nosotros, atónitos ante el cambio, paseábamos de norte a sur por el centro, conociéndolo de nuevo, admirándolo, recuperando el tiempo perdido, como si nunca hubiésemos. Ahora gracias a usted y su equipo de trabajo, volvemos a tener esa misma sensación, despidiendo al viejo Aeropuerto Mariscal Sucre y dando la bienvenida al naciente y joven Mariscal.
Los habitantes aledaños a la vieja terminal, tenemos tristeza, pero ya no el ruido y el peligro. Costará un tiempo acostumbraron pero lo haremos.