Hay trabajos que son, ciertamente, un fastidio, aburridos y mal pagados. Esto de hacer lo que a uno no le gusta, que lo hace por obligación, es francamente deplorable, por decir lo menos. Por eso compadezco al secretario nacional de Comunicación, Fernando Alvarado.
Para el Secretario Nacional de Comunicación debe ser tan poco gratificante, tedioso, aburrido, dedicarse a leer (si es que lo hace) o enterarse por los informes de los subalternos, de todas las barbaridades, inexactitudes, desaciertos que publican los periódicos, sean estos de papel o digitales, tan bien llamados “prensa corructa”. Esa de los “sicarios de tinta”.
Mala cosa esta de tener que “rectificar”, “ilustrar”, “informar”, lo que los comunes mortales leemos de estos “actores políticos”, estas desinformaciones causan el lógico enfado y la consecuente rectificación del Secretario Nacional de Comunicación. Vaya que trabajito. Por eso digo: mal pagado.
Debe tener ya una úlcera, que se le agrava cada vez que debe preparar los reiterados artículos para dar a conocer la verdad, que la “prensa corructa” siempre tergiversa por el mercantilismo que tiene y por estar al servicio de los “mismos de siempre” y de la derecha. Me hace acuerdo de que está “prohibido olvidar”.
Si no fuera por estas rectificaciones de los artículos de opinión ¿cómo podríamos los ciudadanos de a pie, conocer lo que es bueno y que es lo malo? Sus aclaraciones constituyen una labor social muy encomiable.
Yo propongo que, ante la rebaja de sueldo decretada por el Presidente de la República, se haga una excepción con este fiel servidor público y se le mantenga su remuneración, pero que la ahorre y así pueda servirle para curarse de todos los males gástricos que el ejercicio de sus funciones le pudieran haber producido. Lo peor de todo es que este suplicio le podría durar 300 años, afirmación hecha por el presidente Correa o hasta que la reelección funcione.