Considerando que nuestro Presidente, un Licenciado en Administración Pública tiene alrededor de 67 años, se puede afirmar que es la generación sub-setenta la que esté en el poder, entre hombres y mujeres de esa edad y más jóvenes están ocupando puestos en la Administración del Gobierno, también, los otros que están ocupando espacios de poder en la Asamblea, en la Corte Constitucional de Justicia, Consejo de la Judicatura, Fiscalía General, etc., están representando a nuestra generación; muchos de ellos, no todos, nos están haciendo dudar de nuestra verdadera educación en principios y valores, y lamentablemente están dando mal ejemplo a las otras generaciones que vienen, representados por nuestros hijos y nietos, y falta de respeto al pueblo; se cuestiona la deficiente gestión y despilfarro de recursos, anteponiendo intereses personales al bien colectivo, observando una pésima administración en tiempos de pandemia, está azotando al mundo y que nos está probando la capacidad para organizarnos y responder eficientemente para salir con éxito de esta crisis.
¿Llegando ya al final de este periodo presidencial, cada día que pasa, nos preguntamos y ahora quién nos podrá salvar? Por supuesto que no es el Chapulín Colorado; existe preocupación al ver que comienzan aparecer ya precandidatos de diferentes colores, entre ellos hay uno que va al extremo de oponerse a la explotación minera legal en Ecuador, cuando la producción petrolera está decayendo y el país necesita recursos para mejorar su economía; otros que están con las manos sucias en hechos de corrupción probados y que ya no tienen derecho a postularse y a representarnos en ningún puesto de elección popular.
Está claro que necesitamos un líder humanista, bien educado y equilibrado, con excelente salud, que conozca nuestra gente y su verdadera situación social y cultural, principalmente con principios y valores morales intachables, que pueda administrar al Ecuador con un equipo de trabajo limpio, y que pueda motivar, apoyar y representar a todos los sectores, aún en situaciones de crisis, especialmente a aquellas actividades productivas, sean estas públicas o privadas, que sean claves en dar más empleo y trabajo.