Solía decir mi abuelita: ¿Qué le hace una mancha más al tigre? De un tiempo acá estamos cada vez más mal vistos fuera de nuestras fronteras: En la CIDH, por un montón de denuncias de criminalizar la opinión contraria al poder; en la SIP, por el trato hacia la prensa “corructa” y a las “mafias” mediáticas; en los aeropuertos y oficinas de extranjería, humillados por nuestras “narcovalijas”; en la diplomacia mundial, por los ridículos de nuestro supercanciller; en los medios informativos mundiales, por nuestra amistad con los más represivos, nacionalistas y anarquistas gobiernos del mundo; y hasta nos batimos contra todos los “inútiles” parlamentos del mundo.
Solo nos faltaba meternos contra el deporte mundial, esta vez el Comité Olímpico Internacional. Esto pasa con aceptar el dinero de quien ya se sabe
cómo actúa. Por causa de esos milloncitos, ahora deberán marchar al ritmo del País.
En realidad todos sabemos que las dirigencias no son perfectas, pero lo correcto era exhortar al COI para que pusiera las cosas en orden. Sin embargo, como siempre, el asunto era mandar mano, como a todo lo demás, sin medir ni tomar en cuenta las consecuencias que vendrían inevitablemente.
El inquilino de Carondelet ya debería aprender que, si bien aquí tiene sus corderos, perdón, borregos que agachan la cabeza cuando él levanta la voz o manda cartas, afuera otro es el cantar. Una mancha más al tigre. Nada más.