En estos días de marchas y contramarchas, en contra y a favor del Gobierno, AP repetidamente viene proclamando la defensa de la RC que, como propuesta del cambio pegó en el pueblo y ganaron varias elecciones, pues el cambio es una esperanza para mejorar.
Se inició el cambio con la Constitución de Montecristi (año 2008), en consulta a favor con millones de votos. El entusiasmo fue tan grande que aseguraron duraría 300 años. Pero resulta que a los 7 años, AP y el Presidente proponen cambiarla, con el agravante que a título de enmiendas sería aprobada por solo alrededor de 90 ciudadanos (Asamblea), en lugar de los millones de ecuatorianos que siendo autores son los llamados, legítimamente, a reformar su obra.
Entonces, la razón de ser de AP por el cambio en este pilar de la democracia no tendría sentido. Deviene una pregunta: si el Presidente y AP, con tanta seguridad, afirman ser más, mucho más que los opositores: ¿ Por qué no dar paso a la consulta?
Hay otros cambios que en la matriz de la RC se han vuelto involución, como la Ley de Comunicación, las leyes para nombrar jueces, fiscales, contralor, procurador, vocales del Tribunal Electoral, “poder ciudadano”, etc., mediante concursos que, pese a reclamos con pruebas, siempre fueron ganadores ciudadanos cercanos o afiliados a AP o exfuncionarios del Gobierno.
Yo también soy uno de los inconformes y como “mandante” solicito que los cambios sean por una democracia real, que las llamadas enmiendas -que son un cambio a la Constitución- sean mediante una consulta.
Y, además como rectificación inmediata se derogue, entre otras, la Ley de Comunicación que atenta contra la libertad de expresión y de pensamiento.