Hasta el miércoles Ecuador registraba 88 266 contagios, cifra que supera las estadísticas en China, una nación con el potencial para enfrentar la siniestra pandemia, antagonista a esta realidad; está programado el inicio del nuevo año lectivo para el 01 de septiembre, bajo tres modalidades de conocimiento público, que llevan consigo un esfuerzo multifactorial, mismo que ha resultado insuficiente en el sistema de educación regular hasta el 16 de marzo; la premisa: “el mundo debe continuar su marcha” reactivando todos sus ámbitos productivos, es una certeza a medias, cuando se habla del riesgo al que está expuesto el mayor capital humano: nuestros hijos, niños y jóvenes; este peligro adopta impensables dimensiones cuando las decisiones son menos que paliativas, más aún atentatorias a los derechos a la vida, a la salud y al buen vivir; al estar en disyunción con lineamientos socializados por organismos Internacionales como Unicef, Unesco, que han sugerido a los gobiernos una reorganización en la infraestructura física y organizacional en los sistemas educativos, aclarando que ninguna medida de bioseguridad puede reemplazar a estos cambios y menos a las condiciones en las que se ha desarrollado nuestra amada educación ecuatoriana.