Vivimos en un mundo de cambios y avances, en el que no dejamos de correr y necesitamos agilizar lo que hacemos. Así, lo que pueda realizarse de forma rápida, es lo que llamamos “exprés”: envío de paquetes, lavado del auto, viaje sin paradas, comida rápida, etc. El pasado domingo, gracias a un artículo de opinión, me enteré, con sorpresa, que otro asunto “exprés” puede y debe ser, (según se da a entender), el divorcio. Es decir que el matrimonio se podría equiparar a una hamburguesa. Entiendo que el matrimonio entre hombre y mujer, base de la familia natural y núcleo de la sociedad, no se reduce a una porción de carne entre dos tapas de pan, así que supongo que el “divorcio exprés” se aplicaría únicamente a lo que el columnista se refiere como “clanes que se forman espontáneamente” y que con la misma espontaneidad, supongo, deciden separase. Entiendo que el mundo evoluciona y que cada vez estamos más apurados, pero aconsejaría a los que usan la palabra matrimonio o familia de manera “exprés”, que hagan una pausa, tomen un diccionario y busquen términos que se adapten mejor a las uniones o instituciones.