Deseo expresar mi grata satisfacción, al constatar física y documentadamente, la reposición de los bustos escultóricos del Dr. Hideyo Noguchi y de Mahatma Ghandi, en el parque colindante con el Liceo La Condamine (calle Japón) y la Plaza República de la India (avenida 10 de Agosto y Luis Felipe Borja) respectivamente.
Según he leído, la Alcaldía de Quito, por intermedio de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (EPMMOP) ha tomado la iniciativa para ejecutar esta loable acción, con el apoyo y colaboración de personas ecuatorianas expertas en la elaboración de este tipo de esculturas, quienes han sido las responsables de entregar a Quito los monumentos que recuerdan a estos egregios personajes.
No obstante, a pesar que se ha tomado cartas en el asunto, con pesimismo motivado, me pregunto ¿cuánto tiempo durarán estas esculturas en sus pedestales?; pues existen personas con retorcidas tendencias a sustraer y destruir bienes patrimoniales de nuestra ciudad así como negligencia para cuidar y preservar esos bienes. El pedestal donde se ubica el busto del sabio japonés, se encuentra a escasos metros de una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) y desde allí fue sustraído. Por otra parte, nadie y tampoco ninguna autoridad, ha dado razón de las investigaciones y el destino que tuvieron los bustos escultóricos (seguramente donados en su momento por las Embajadas de Japón e India en Ecuador) originales que desaparecieron hace algunos años. No por el hecho de una acertada reposición municipal, se debe o se puede dejar pasar por alto estos atentados y menos aún, olvidarlos.
Aprovecho esta ocasión, para felicitar a la Alcaldía de Quito y a la EPMMOP por la campaña realizada para reponer y arreglar el patrimonio cultural de la ciudad, además conozco que similares acciones se han desarrollado con los monumentos a la reina Isabel la Católica en La Floresta, al Mariscal Antonio José de Sucre en los Dos Puentes y al Dr. Alejandro Cárdenas en la avenida Patria. Espero se continúe con estas acciones y reposiciones, porque en Quito abundan las obras de arquitectura, esculturas y monumentos, en total abandono y olvido, que han sufrido agresiones y ultrajes vandálicos.