En el deseo de aportar con ideas al desarrollo del país, vale examinar si las tasas de interés activas que viene cobrando el sistema bancario al momento, son o no las recomendables en esta coyuntura económica. Analicémoslo:
1.- Las tasas máximas, por segmentos, fluctúan este mes, entre un 10 por ciento y un 30 por ciento correspondiendo la más baja a los créditos corporativos y la más alta a las operaciones de microcrédito, lo cual significa que las grandes empresas se benefician de esta estructura y se castiga a los más pequeños empresarios. Los bancos justifican esto en función del mayor riesgo y del seguimiento permanente que deben hacer para poder cobrar los préstamos otorgados.
2.- Si el subsidio tácito que se está dando al gran empresario se lo revisa buscando premiar al microcrédito, en lugar de castigarlo como sucede actualmente, las tasas deberían fijarse exactamente en el sentido opuesto al que está en vigencia, con lo cual se estaría ayudando a la economía popular, pero lastimosamente afectando a la gran inversión.
3.- Una tercera opción es establecer una tasa de interés ponderada, igual para todos, en cuyo caso nadie saldría beneficiado y nadie perjudicado, buscando solamente que ella esté determinada técnicamente para facilitar que las operaciones bancarias fluyan con normalidad.
En este caso, políticamente neutro, se crearían menos problemas que en la alternativa 2 porque a todos los demandantes de crédito se les trataría por igual, pero la gran pregunta es: a que sectores quiere o debe apoyar el Gobierno, partiendo del hecho de que en materia económica no hay medidas neutras, ni en este ni en ningún país del mundo.