Hace algunos días, el 26 de enero, se celebró la gesta del Cenepa, fecha por demás histórica, que en su momento llenó de civismo y permitió aflorar el patriotismo a nivel nacional, evento histórico que recuperó una moral tímida heredada desde 1941 y 1981.
Si bien es cierto en los últimos años, llamados por unos como década ganada y por otros como perdida, ha obnubilado a dichas páginas gloriosas, pero más llama la atención que diferentes generaciones no saben exactamente qué sucedió en 1995. A pesar de tener un ejército vencedor muy cerca, existe gran desconocimiento de las escaramuzas llevadas a cabo en diciembre de 1994, del desalojo a los invasores de Base Norte en enero de 1995, de la firma bilateral de un Tratado ocurrido el 17 de febrero que sirvió de excusa para que el país invasor adelante tropas y a toda costa quiera tomarse su objetivo estratégico “Tiwintza”.
Para quienes tuvimos el honor de estar en el frente de batalla, del famoso 22 de febrero conocido como “Miércoles Negro”, día en donde se registró el mayor número de bajas ecuatorianas.
He citado estos tres hitos históricos que nos deben llenar de orgullo, eventos que ni los más grandes historiadores no han profundizado, dejando relegados sucesos e historias llenas de coraje y pasión patria.
Será que la década pasada nos ha dejado sin aliento de reconocer eventos que levanten en una sola voz la unión del pueblo ecuatoriano, además de permitirnos hacer actos de reflexión, y así aceptar lo malo y reconstruir lo destruido, redefinir una verdadera ética y moral.
Nos han dividido, pero busquemos eventos que nos cohesione, la Gesta del Cenepa es una de ellas. Loor a nuestros únicos héroes caídos en acción.