Mauro Terán Cevallos
La desesperación del Régimen, luego de la derrota del 23-F, que cambió drásticamente su amor a las consultas populares por el temor sistemático al voto ciudadano, ha creado la imagen de un Gobierno acorralado, no por la oposición, no por la opinión pública, no por la crisis financiera, sino por sus propios y fatales errores de visión y estrategia política, propios de un Régimen que se acostumbró a un totalitarismo solitario, gracias a una izquierda boba y a una oposición cándida. Temen que la aventura termine en el 2017 y venga la etapa del rendimiento de cuentas, si la oposición actúa con inteligencia y patriotismo.
La pretensión de reelegirse indefinidamente, como única alternativa, para evitar el rendimiento de cuentas, lo acorrala hacia un abismo inevitable de desgaste socio-político y abuso del derecho. Se ha violentado la Constitución rompiendo los candados previstos, para reformarla fácilmente, convirtiendo a la Asamblea Nacional en Constituyente de facto, al obligarla a tramitar reformas con el nombre de enmiendas, gracias a una mayoría apabullante.