Con estupefacción se observa cómo un ex gobernante, que nos causó vergüenza ante la comunidad internacional y, casa adentro, con complicidad de los lacayos de turno, diezmó las arcas fiscales de nuestro asolado país, según lo informaban los medios, ahora se apresta a venir, ¡como que nada hubiera hecho o como que nada hubiera pasado!
El retorno del “Loco que ama” –una vez que ha sido “purificado” de sus culpas, mediante procesos inimaginables para el común de los mortales- es anunciado con bombos y platillos, como si se tratara de un personaje digno de homenaje.
¡Qué frágil es nuestra memoria! ¡Qué folklóricos nos hemos vuelto! ¿Estamos esperando que llegue a deleitarnos con el “Rock de la cárcel”, o ¿a recordarnos cómo se come guatita? ¿Será que nos hace falta esta clase de circo para aplacar la desesperante realidad que atraviesa el país?
Los medios deberían refrescar la memoria del pueblo ecuatoriano, transmitiendo repetidamente las noticias y videos que reportaban aquellos nefastos hechos relacionados con el por qué de la huida de este folklórico “redentor”. ”…y se marchó…”, entonaba nostálgico, como rumiando el amargor del exilio. Han transcurrido más o menos 20 años, y nos corresponde preguntarnos: ¿y ahooooora, quién nos devolverá los dineros del pueblo ecuatoriano, que desaparecieron en aquella época?
Es hora de desechar por siempre la obstinada costumbre de ser permisivos, conformistas y sumisos. Evitemos la progresiva decadencia de nuestra sociedad que necesita ser fortalecida desde sus bases. Entendamos que nuestro país requiere de personas honestas, respetuosas y respetables, con cualidades ejemplares para intervenir en política y, con mayor razón, si pretenden llegar al poder.