¿En qué país vivimos? . . . en el mejor. En un sistema de vida político y económico mundial en donde hasta las grandes potencias han tropezado; en una fórmula de existencia en donde prevalece lo material, en sociedades ajenas a la brecha poblacional, en pueblos que han comenzado a perder sus tradiciones y conceptos religiosos . . . nosotros somos la diferencia.
Y no lo digo yo, ‘un grano de arena en la playa’ (como decía un lector observador), lo dice la realidad, las estadísticas, los comentarios, los hechos singulares y positivos que se abren al universo y que hablan de que, aún a pesar de contrastes, posiciones extremas, seguimos siendo el país privilegiado donado por Dios.
Y ese reconocimiento y la fe que nos ha mantenido fuertes y cercanos es lo que nos impulsa a crecer como individuos, como comunidad de la misma vertiente y la misma historia.