La fiesta de los toros ha sido motivo de inspiración de grandes artistas e intelectuales de Hispanoamérica y de los EE.UU.; Goya, Picasso, García Lorca, los dos Premios Nobel de Literatura: Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, Hemingway y otros más en la historia de América y España.
Oswaldo Guayasamín y Jorge Adoum eran aficionados a esta singular fiesta, la relacionaba con el ZEN.
El diccionario del Folklore Ecuatoriano, cuyo autor es Paulo De Carvalho Neto, indica que los toros de pueblo son un hecho social y cultural, así como la tradicional “vaca loca”.
En una peña taurina de Londres acaban de condecorar a un torero español. Hay toreros franceses, españoles, portugueses, mexicanos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, afro-hispanoamericanos y también un torero estadounidense.
Hubo una corrida en París en 1889; el Papa Alejandro VI dio toros en Roma. Los toros han sido un tema controvertido, desde la antigüedad y no se debe combatir con la violencia como lo han hecho en Quito grupos contrarios a la fiesta.
Me parece que se deben organizar conversatorios serenos que incluyan diversos participantes: los que sí conocen del tema y los que no lo conocen, y también los que no han tenido la oportunidad de ver corridas.
Creo que la Fiesta de los Toros es un Arte, en el que se conjugan la vida y la muerte. El toro debe morir en la Plaza con dignidad y no en el matadero porque ese no es el destino de los toros de lidia.
Que en el siglo XXI haya corridas de toros no quiere decir que somos arcaicos o retrógrados. Comprendo la sensibilidad de mucha gente que no gusta de la fiesta, pero considero que todo hecho social es un hecho cultural, desde el punto de vista antropológico.