En septiembre del año pasado mi familia se sumó a las estadísticas de la delincuencia, pues nuestro departamento fue asaltado, y no solo se llevaron parte de las cosas, sino que con los ladrones se fue también nuestro sentimiento de seguridad y el saber que hasta en tu casa, eres vulnerable a los ladrones.
Y, claro, ahora el departamento es una “cárcel”, con cubre ventanas y alarma, como para intentar dormir tranquilos.
El jueves de la semana anterior, mi hija al bajarse del bus en plena lluvia torrencialmente, se cayó en una alcantarilla que estaba sin tapa. Diagnóstico: diastasis de la articulación tibia peroné, de la pierna izquierda. Uso de yeso y muletas, tenemos que esperar la evolución, que de no ser favorable, toca intervenirle quirúrgicamente.
Intento escribir de manera que mi ira y mi bronca no me haga decir más allá de los hechos. Estoy seguro es que este “No es el Quito que quiero”. Es increíble ver cómo el aparato de publicidad intenta hacernos creer que Quito está cambiando para bien, cuando en realidad se está convirtiendo en una ciudad donde no puedes salir solo, donde los baches tienes que esquivarlos como si jugaras rayuela.
Para que las autoridades, ciegas y sordas te vean o escuchen, necesitamos salir en la tele o en los periódicos, de lo contrario, ni te ven ni te escuchan