En realidad dista mucho de “el Quito que queremos”; los guayaquileños se sienten orgullosos de su ciudad y tienen razón, por su potencial desarrollo experimentado en su últimas décadas y más aún se ha beneficiado con la pugna política.
Quito no goza de la misma suerte, a pesar de que su Alcalde y Prefecto son aliados incondicionales del Régimen de la revolución ciudadana. Con esa coyuntura esto hubiera sido el crisol del desarrollo, pero qué pena, las cosas no son así.
Nuestros gobiernos municipal y provincial van en decadencia; ni la vialidad y obras existentes son capaces de mantenerlas expeditas, peor iniciar proyectos de gran trascendencia.
Al contrario, tratan de acabar con joyas muy preciadas por los capitalinos como el Teatro Bolívar, patrimonio y símbolo de la cultura nacional.
Desearíamos que estas fiestas decembrinas que se avecinan la vivamos con nuestras costumbres y tradiciones, con el Panecillo, el Centro Histórico, las calles y avenidas limpias e iluminadas. Esto es “el Quito que queremos” y el que desean ver los visitantes foráneos.