Las multitudinarias jornadas de protestas de un pueblo valiente y decidido a no permitir que se vulneren sus legítimos derechos por un Gobierno absolutamente autoritario y represivo, marcan un nuevo hito en la historia republicana y democrática del país.
Las diversas manifestaciones, entendidas como respetuosas y sin agresiones, están consagradas en la Constitución, en lo que se refiere a los derechos de participación y libertad. Expresan un único y verdadero mensaje: decirle al presidente Correa, dado su carácter apasionado, con alta dosis de arrogancia y egolatría, ¡Ya basta de tantos abusos y atropellos! Nadie pretende “desestabilizar al Régimen y alterar el orden constituido”.
Es el discurso repetitivo cuando se sienten acorralados. ¡Son paranoias! Pero tienen que aceptar, aunque no les guste y porque creen que tienen siempre la razón en todo, que ha surgido un liderazgo civil y ha despertado una auténtica conciencia cívica para un enorme y profundo llamamiento a todos los ecuatorianos, en contra de esta mal llamada ‘revolución ciudadana’.
¡Los ecuatorianos, conscientes y democráticos y que amamos a nuestro país, no queremos que se convierta en la sucursal de Venezuela!