He sido testigo de una protesta de estudiantes sordos manipulados por extraños contra sus profesores; denuncian acoso, maltrato, piden “fuera profesores viejos”, se pide que se jubilen, lo irónico del caso es que también ellos desean hacerlo. ¿A dónde va nuestra juventud? no hay respeto, peor gratitud; ¿desde cuándo ser profesora vieja es un delito? ¿desde cuándo los estudiantes ponen y quitan profesores? ¿Queremos jubilarnos, vender nuestras renuncias, ¿en dónde está la Ley que nos permita un retiro y una vida digna?
¿Quién nos respalda ante esta juventud influida por culturas foráneas y unos cuántos adultos irresponsables que los manipulan? Juventud inconsciente, fácil de emitir juicios que pueden acabar con el honor de un docente, su familia y el prestigio de una institución. ¿Qué hacemos los profesores viejos cargados de experiencia y títulos otorgados por universidades nacionales e internacionales? La mística, la alegría de enseñar a ‘nuestros guaguas sordos’, están hechas pedazos. El peor pecado equiparable al acoso y maltrato: ser profesora vieja, a quién le importa que hayas llegado a lo que eres porque trabajaste incansablemente, sin importar enfermedades, dejando a un lado a tu familia, para dar un futuro mejor a las personas sordas.
Autoridades, agiliten la jubilación y compra de renuncias de docentes, queremos ir a casa, lejos de tanta ingratitud.