La estructura del organismo humano y su funcionamiento es de tal manera compleja y perfecta, que su conocimiento aproximado ha requerido 25 siglos, desde Hipócrates, 400 a.C. La sabiduría de la cirugía se ha escrito desde el siglo XIII. La ciencia y tecnología, en el 20 siendo supremamente fantás-
tica. En el mundo entero se realizan miles de procedimientos quirúrgicos impresionantes para corregir lesiones orgánicas y defectos de salud, para recuperarla. Son tan naturales que no se reconoce, aplaude ni se comenta. Pero si hay un error se lo condena. Debemos comprender que, por la naturaleza, fragilidad y delicadeza de sus órganos, toda intervención correctiva tiene riesgo de lesión, complicación o accidentes que de ninguna manera son voluntarios. No es posible el éxito absoluto. La inefabilidad en cirugía no existe. Por lo tanto, sancionar a un cirujano sin análisis profundo de los hechos, dentro del Código Penal integrado, es desconocer la esencia de la profesión médica, la más noble y humana de las profesiones. Existen casos culposos, desde luego, que deben resolverse dentro del Código de la Salud, más no en el Código Penal, como un delincuente.