El Gobierno de la “década perdida”, haciendo una mala imitación del chavismo, tuvo la manía de cambiar los nombres de los entes públicos, sin explicar los motivos y menos los beneficios que traería, además del consumo de papel en cantidades industriales.
Lo hizo en las tres funciones de Estado, sustituyendo el tradicional nombre del Congreso, y por ende de los diputados por Asamblea y asambleístas que tiene menor connotación política y jurídica. Se lo hizo en el Ejecutivo con la creación de ministerios y secretarias con ese rango en exceso al punto de que pocos podían saber los objetivos que debían cumplir. Cuando estamos pasando los duros tiempos del correismo y se quiere corregir tanta distorsión suprimiendo el nefasto piponazgo es de desear que el Presidente Moreno haga uso de su cirugía mayor y empiece la verdadera batalla para sacar al país de la crisis heredada del anterior Gobierno.